Una tilde

En una esquina, a la entrada del monasterio, uno de los novicios pintó un cartel con dos letras: Si. El profeta tomó una brocha y le agregó una tilde a la palabra: Sí. Luego explicó a la comunidad: «La diferencia entre el amor del mundo y el amor de Dios es un acento: Si y Sí. El amor del mundo es condicional: “Si me favoreces, te quiero”. El amor divino es incondicional: “¡Sí, siempre te amaré!”»

La esquina del profeta

La esquina del profeta
Creo en el Espíritu Santo... que habló por los profetas