Por ella

Aquella prostituta, cansada de que los misioneros sólo la querían por Cristo —como un mero objeto de caridad—, se sentía muy sola. El profeta la llevó a la capilla para orar juntos. Él rezaba en silencio: «Papá, enséñame a amarla no por Cristo, sino por ella misma.»

La esquina del profeta

La esquina del profeta
Creo en el Espíritu Santo... que habló por los profetas