Otro novicio estaba muy confundido, sin saber qué decisión tomar. El profeta le aclaró: «Si estás en una montaña alta, solo y perdido, y es de noche, las linternas no prenden ni el fuego tampoco… ¿qué harías?» «Me quedo en el mismo sitio y espero a que amanezca», respondió el ansioso. «¡Eso!», le palmoteó el profeta.