A los novicios reunidos en la esquina, el profeta les recitaba:
«Un hombre se dio cuenta de que sus huellas lo seguían.
Decidió probar lo inverso: seguir sus propias huellas.
Dio la vuelta y caminó a la par de sus pisadas
en sentido contrario, con la cautela
en sentido contrario, con la cautela
de no pisar sus huellas para
no borrarlas. No se daba
cuenta de que se
encerraba,
dando
dando
vueltas
en
espiral».
espiral».