Humanidad animal o bestialidad humana

Un novicio llevó un perro irascible a la esquina. Rescató al animal de las manos de su antiguo dueño que lo zurraba inhumanamente. Los novicios, con mimos y caricias, intentaban calmar al perro herido, a la vez que lamentaban las evidentes huellas del maltrato que había recibido. Aprovechó el profeta para sentenciar: «Bienaventurado el animal que hace que el hombre sea más humano. Malaventurado el hombre que hace que el animal sea más bestia.»

Sin entender

Al término de un retiro espiritual de jóvenes en un fin de semana, una chica, impresionada, dijo al profeta: «¡Ahora sí entiendo todo el amor que Dios tiene para mí!» El profeta la felicitó: «¡Congratulaciones! ¡Nunca he entendido el amor de Dios! He terminado aceptándolo sin entender… Por cierto, no es que Dios tiene amor, más bien: ¡Dios es amor!» La muchacha quedaba más boquiabierta aún.

Amor

Con motivo de la Semana Santa, invitaron al profeta a la catedral, para dar una conferencia sobre el amor de Dios. Cuando llegó, lanzó una invitación: «Contemplen este crucifijo por treinta minutos.» Se sentó, y todos quedaron contemplando en silencio. Media hora después, el profeta se levantó y se despidió, dando por terminada su conferencia.

Zancudo

Ya acercándose al momento de la comunión en una Eucaristía, el menor de los novicios se fijó en un mosquito que zumbaba cerca del altar. En un descuido incontrolado, manifestó con extrema inocencia: «¡Cómo quisiera ser como ese mosquito para picar siempre a Cristo y chuparme su sangre!» Los demás quedaron escandalizados. El profeta aprovechó para exclamar: «La sangre representa la vida. ¡Cuánto quisiera ser un zancudo y lanzarme dentro del cáliz como en una piscina y ahogarme en la Sangre de Cristo!»

La esquina del profeta

La esquina del profeta
Creo en el Espíritu Santo... que habló por los profetas