“Defectos” de Dios

Amanecieron en vigilia de oración en la capilla frente al Santísimo. Al alba, uno de los novicios declaró lo afortunado que se sentía por haber pasado la noche velando por el Señor. Por su parte, el profeta dilucidó: «Pues me siento afortunado porque el Señor “sufre” de “insomnio”: ¡siempre vela por mí!» Ante esa agudeza, otro novicio preguntó: «¿El “insomnio” es el “defecto” de Dios?» A lo que el profeta respondió con gracia: «Y tiene otro: “sufre” de “amnesia”, se olvida de nuestros pecados perdonados.»

Homilía minifalda

Un grupo de presbíteros invitó al profeta a una catequesis sobre homilética. Su breve enseñanza fue catalogada, por algunos, de poco “espiritual”: «Una buena predicación es como una buena minifalda: Llama la atención por ser impactante, es provocativa, es corta, enseña mucho, cubre lo esencial, deja lugar para la imaginación y hace que uno desee más.» Cabe decir que otros lo felicitaron.

Papá pródigo

Un miembro de una pandilla callejera, luego de escuchar la parábola del hijo pródigo, comentó: «Me identifico con esa historia; pero en mi caso, quien se fue primero de casa no fue el hijo, sino el papá.» El profeta lo miró con afecto y le invitó: «Quiero presentarte a este otro Papá tuyo, que nunca será demandado por paternidad irresponsable.»

Seguridades

De visita en la ciudad, exhortaba a soltar las falsas seguridades, para depender de Dios. Uno de los presentes, preocupado, lo interrumpió: «Es que esas seguridades dan estabilidad a mi vida.» El profeta continuó: «Dios es un desestabilizador que incomoda y desacomoda.» Señaló un halcón que pasó volando y siguió diciendo: «Cuando el ave se lanza y sus patas no estén aferradas a la seguridad del suelo… sólo entonces podrá alzar el vuelo.»

Temporal

Esta vez, el compartir de los novicios en la esquina era acerca del pasaje evangélico sobre la tormenta desatada mientras iban Jesús y los apóstoles en una barca. El evangelista anotaba que Jesús dormía en medio de la tempestad y los apóstoles lo despertaron. Todos los novicios estaban de acuerdo en que hubieran hecho lo mismo: despertar a Jesús para calmar el temporal. Al final de la meditación, el profeta observó: «Recuerden que todo temporal es temporal: lo que está pasando está pasando. Mi tormenta interior sólo cesará cuando yo sea capaz de dejar que Jesús siga durmiendo en paz.» Sonrió cuando oyó la ocurrencia del más chico de los novicios: «Cuando se presente la próxima ocasión, tomaré una siesta con Jesús.»

Hijos de un Dios “menor”

Después de una pequeña discusión en la comunidad sobre “puestos de importancia”, el profeta fue a ponerse una camiseta que tenía estampada la caricatura de un niño que decía: «Cuando yo sea mayor, quiero ser menor.»

Sígueme

El grupo de nuevos novicios se reunió en la esquina para reflexionar juntos el Evangelio. Compartían sobre el llamado de Jesús a sus primeros discípulos en el mar de Galilea. El pasaje relataba que Jesús les dijo “sígueme”, y ellos, dejándolo todo, lo siguieron. Cada novicio ponderaba todo lo que tuvo que dejar para seguir a Cristo. Entonces el profeta intervino: «A mí me pasó al revés. Confiando en el amor gratuito de Dios, le dije a Jesús: “sígueme”. Y él, dejándolo todo, me siguió.»

La esquina del profeta

La esquina del profeta
Creo en el Espíritu Santo... que habló por los profetas