Fidelidad

Un ingeniero, que visitaba frecuentemente el monasterio, se quejó con el profeta: «No soy deshonrado en mi profesión ni soy infiel a mi esposa. Sin embargo, casi no encuentro trabajos, las entradas económicas no nos alcanzan, tenemos muchos problemas. No soy de los considerados “profesionales exitosos”. Por otra parte, veo que mis compañeros de trabajo son infieles, mentirosos, deshonestos, y son tan competentes para conseguir buenos trabajos… ¿Por qué?». El profeta guardó silencio por unos instantes. Luego se le ocurrió decir: «Dios no nos ha dado la vocación de ser “exitosos y competentes”, sino la de ser coherentes… He conocido al hombre más bueno que ha existido sobre la tierra… Mira lo que le pasó…». Sacó un crucifijo de una gaveta y lo colocó sobre el escritorio.

La esquina del profeta

La esquina del profeta
Creo en el Espíritu Santo... que habló por los profetas